martes, 24 de enero de 2012

¿Se caerán los jamones colgados?

-Voy entendiendo lo del tiempo: si se detiene totalmente, nadie lo notará. Según esto: Si se reduce el mundo-todo el mundo que somos capaces de percibir- con todo lo que contiene, incluídos los que seres más o menos conscientes ¿Tampoco se notará? Si yo me reduzco a la décima parte y mis zapatos, mi casa, mi coche, las calles de mi ciudad... también lo hacen en igual medida ¿Lo puedo notar? Supongo que no.
-Un detalle, pingüino ¿Incluyes también esas enormes files de jamones colgados por un cordel que hay en muchos almacenes, bares, carnicerías...?
-Sí, claro. No vamos a dejar los jamones sin reducir (a lo mejor no estaría mal pero no es el caso).
-Entonces su dueño se enteraría porque se le vendrían todos (o su inmensa mayoría) al suelo.
-Quizás sea porque en el hielo no hay jamones, el caso el que no lo pillo ¿Por qué se iban a caer los jamones?

sábado, 14 de enero de 2012

¡Explícate, pingüino, explícate!

-Algo pasa con el hielo pingüino. O a ti te hiela cuando te explicas o a nosotros nos congela las entendederas. La cuestión es que no sabemos qué pasa ni con el árbol, ni con los comentarios.
-¿El árbol? Eso quisiera yo, saber dónde está.
-¿Y los comentarios? ¿Haces o no haces? No nos engañes pingüino, tú eres pingüino-pingüino, pingüino-anónimo, pingüino-teresa.
-Que no, que los gato-vivo, gato-muerto son los cuánticos. Yo soy antártico, an-tár-ti-co, no cuántico. Alguna vez, tiempo "patrás", he sido pingüino-anónimo. Ahora ya sólo soy pingüino-pingüino.
- Entonces ¿Vas a contestar?
-Sí, síiiiii, me gustan los comentarios... recientes.

viernes, 13 de enero de 2012

No "mestreséis"

-Pingüino, te vas por ahí a buscar árboles y mientras tanto se te acumula el trabajo.
-¿Trabajo? ¿Dónde, cómo, por qué, quién? ¿Hay peces?
-Hay comentarios.
-¿En qué mundo?
-En el tuyo, en cualquiera en el que estés. Los comentarios van contigo.
-¿Como la canica?
-Sí, como la canica. Y como la canica, dan trabajo.
-La canica hay que volcarla... cualquier día... estoy a punto.
-Los comentarios hay que leerlos y contestarlos.
-¿Qué comentarios?
-Los que te dan, deberías estar agradecido.
-¿A otros pingüinos no les comentan? ¡Oh! Pobres...
-Escucha pingüinito. Vamos a hacer un trato: tú ya no escribas más comentarios, ni desde el mundo anónimo, ni desde ninguno.
-¡Bien! ¡Me dedicaré a mi canica!
-Más despacio, algo tendrás que hacer a cambio.
-No mestreses, no mestreses... que lo del vuelco de la canica lleva lo suyo.
-Tú ganas. Olvídate de los comentarios.
-No me puedo olvidar ¡Me gustan los comentarios! Si no encuentro peces... como comentarios.
-Come pero no comentes.
-Hay un problemita.
-¡Siempre tienes un problemita!
-Me gustan los comentarios fresquitos, como los peces.
-Así como del mes...
-Ahora pueden ser del año.
-Ya, claro... qué listo eres.

Estoy aquí.

-Pingüino nos tenías preocupadas. Hace mucho que no sabíamos de ti.
-Sí... ya... todo el mundo mandándose mensajitos bonitos,  poniendo canicas y lindos huevitos de colores por todas partes, cantando lo de la nieve...
-Era el momento ¿Y tú?
-Con un problemita.
-¿Con los mensajitos bonitos, con los lindos huevitos de colores, con la nieve?
-Lo de la nieve bien, muy bien, a montones. Todo blanco, blanco ¡Guay!
-¿Entonces?
-¡No he encontrado árbol!
- Pero pingüinito ¿Acaso tenías lindos huevitos de colores para colgar en sus ramas? Sólo tienes una triste canica ¿y querías un árbol de Navidad?
-¡Ojo! Te equivocas, lo que yo quería era una Navidad con árbol, que es parecido pero no es lo mismo.