lunes, 26 de septiembre de 2011

Echarse al monte

En una de esas (podía ser una de estas o de aquellas, pero por lo del punto medio siempre se elige "una de esas") el pingüino decidió echarse al monte, o al hielo en su caso. Cogió su canica ¿O era un lindo huevito para incubar? y se fue, se fue, se fue... ¡Eh! ¿Dónde vas pingüino? ¿Acaso no sabes, pedazo de ignorante, que la Antártida es reserva de la biosfera?
-Me da igual, no me importa. No soy exquisito.
- ¡Que no! Que aquí estamos en equilibrio ecológico. Está todo contado, calculado, cada cual en su sitio: los peces, los pingüinos, las focas, el oxígeno... ¡Equilibrio!
     El pobre pingüino empezó a notar cómo el hielo se levantaba bajo sus pies y comenzaba a resbalar - ¡Huy!, huy, es verdad, esto se está desequilibrando...que me pilla el desequilibrio, me pilla, me pilla...
   El pingüino no corrió, voló que para es pájaro, buscando un hilo más tranquilo... ¡Eh! ¡Eh! pingüino ¿No sabes leer? que esto es parque natural.
-No me importa, no soy exigente.
   Es que aquí estamos en equilibrio de especies. Estamos todos contados: ni uno más, ni uno menos.
     El pingüino notó que el hielo se movía pero está vez se hundía bajo sus pies: ¡has roto el equilibrio! ¡Has roto el equilibrio! Y los peces están numerados y tú no tienes número y no te toca pez...
  El pingüino no corrió, nadó que para eso es pingüino y volvió a su trocito de hielo.
     -Ya no queda ni monte para echarse uno.

3 comentarios:

  1. ¿No sabes, pingüinito inocente, que para echarse al monte no se lleva una canica (aunque sea un lindo huevito) sino un trabuco y una manta?

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  2. ¡Jo, qué pena¡
    Si no llevas un lindo huevito ¿a dónde vas?
    Seguro que todo se andará.
    Paca

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