Tan poco le interesaba lo concreto que dejó de ponerse los zapatos.
Cuando creyó que había llegado al punto único, exacto y oportuno, levantó los pies y perdió para siempre el contacto con el mundo.
Nunca se planteó si rayas o cuadros, no le preocupó si lápiz o bolígrafo y cuando se quiso dar cuenta ya era incapaz de ganarse el pan.
Los pájaros de la cabeza le desordenaban las ideas. Los soltó y se le escaparon las ideas.
lunes, 18 de marzo de 2013
lunes, 4 de marzo de 2013
David
-Pingüino ¿Conoces a David?
- A docenas de ellos.
-Copperfield.
-La duda ofende. Es un clásico. De los de siempre. Nada de cuántica: lo blanco, blanco y lo negro, negro. Los buenos, buenos hasta el final y los malos... hasta los mismísimos infiernos.
-Estarás conmigo en que es mejor la primera mitad que la segunda.
-Es un experto en penas infantiles.
-¿Quién: David?
-No, Charles Dickens.
-Presiento que son el mismo.
-En tu mundo cuántico todo puede ser.
- A docenas de ellos.
-Copperfield.
-La duda ofende. Es un clásico. De los de siempre. Nada de cuántica: lo blanco, blanco y lo negro, negro. Los buenos, buenos hasta el final y los malos... hasta los mismísimos infiernos.
-Estarás conmigo en que es mejor la primera mitad que la segunda.
-Es un experto en penas infantiles.
-¿Quién: David?
-No, Charles Dickens.
-Presiento que son el mismo.
-En tu mundo cuántico todo puede ser.
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